Monday 7 November 2011

El cambio que viene



Dejé atrás los días de esperar el gran cambio,
los días de pedir a Dios por un salvador,
por progreso, por oportunidades, por paz.

Guatemala está cambiando,
y es todo por su gente 
por esa ciudadanía rejuvenecida,
todos aquellos a los que la dignidad ya nos pica en la garganta.

Yo ya no ruego por una persona que venga a redimirnos,
un gobierno que encuentre el remedio a tanto enredo,
porque la transformación somos nosotros, 
y por eso oro para la llama en nuestros corazones despabilados 
no pierda su fulgor,
que no nos cansemos,
que no nos callemos,
que no nos vendamos,
que no nos durmamos,
porque ahora advertimos el peso del futuro en nuestras manos,
porque al fin recordamos que contamos con lo necesario para construir la Guatemala que soñamos: el derecho que nos otorga haber nacido en su panza chapina,
y una revivida apreciación por una tierra que si bien nunca se cansa de dar,
le ha llegado la hora de recibir,
porque Guate respira a través de nuestros pulmones
y es hora que aprendamos a ser con ella
tan generosos como lo es con nosotros.


*Foto por Maria Lobo*

Tuesday 1 November 2011

Los ojos de mis enterrados



Hoy es 1 de Noviembre, Día de Todos los Santos.

Celebrar el 1ero es compartir la abundancia de nuestros recuerdos, provocar sonrisas, hacer brotar las lágrimas, ahogarse en la nostalgia, y empaparse en el amor a los que ya no están, pero aquí siguen.

Es un amor curioso el que se le tiene a los muertos. Es el tipo amor que no desaparece nunca, ni aún con el paso de los años.  Es un amor que queda suspendido en relaciones para siempre estancadas en el tiempo, momentos estampados en la memoria, personas que cargamos por doquier, y que visitamos a nuestro gusto, siempre al alcance, pero devastadoramente imposibles de alcanzar.

Nunca deja de ser frustrante la ausencia de quienes se nos van; al principio dejan un gran vacío en rutinas compartidas y provocan cambios; más adelante, cuando con el paso del tiempo llegan nuevas etapas de nuestras vidas, se añoran sus consejos y opiniones, su apoyo y su cariño.

Ya hoy me es difícil estar segura de lo que algunos de mis muertos responderían a mis inagotables y constantes preguntas y cuestionamientos; pero lo que nunca pongo en duda es que ellos siguen aquí, y no únicamente porque yo los evoco y extraño tanto, pero también, y sobre todo, porque aún siento el amor que me tienen, y éste continua siendo el pilar que me sostiene firme.

Ante mis abuelitos nunca dejaré de ser una niña coqueta, traviesa y en exceso cariñosa; para Mamita América siempre seré una patojita loca, enamorada del amor, que se viste sólo con ropa color zopilote. Quique siempre me bañara con el calor cariñoso de sus miradas sonrientes, y con Max I nunca hablare alemán fluido, sino una mezcla divertida del resto de los idiomas del mundo.

No sé que nos espera tras de la muerte, pero cuando pienso en los ojos de mis enterrados sé con seguridad que aún si de hecho nuestros muertos no nos miran desde el cielo, sí que mantienen los ojos abiertos y las miradas fijas; sus ojos son espejos de lo que son cadáveres propios, o a veces reencarnaciones. A través de ellos revivimos nuestras propias vidas- esos momentos que valoramos lo suficiente como para guardar en nuestra memoria; y al recordarlos no los evocamos sólo a ellos, sino a nosotros mismos. Facetas, máscaras, caras y versiones de nuestro propio ser. Lo mejor y lo peor. Es así que aún desde donde quiera que estén, mantienen la fe, nos continúan bañando en su amor, e insisten en querer hacernos ser la mejor persona que podemos ser.