Ojalá todas las noches fueran tan calientes,
y hubiesen infinitos recuerdos para complacerlas enteras.
Ojalá tuviera suficiente tiempo para encontrar en tantas canciones los pedazos más preciosos de mi vida,
guardarlos en una cajita,
y revivirlos a todo pulmón.
Quisiera poder dedicar más tiempo a todas esas amistades,
todas las semillitas que en mi corazón
germinan con los años,
bajo la lluvia estacionada de esta ciudad,
y me regalan flores cuando menos lo espero,
cuando más lo necesito.
Y convocar también,
a todos mis amigos imaginarios,
todos esos cadáveres de sueños e ideas,
aquellos que permanecieron en mí,
y que como fantasmas me visitan en noches como esta,
llenándome de dulce nostalgia.
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