Monday, 10 September 2012

El desencantador encanto

Con los años llegan las arrugas, con las arrugas la melancolía, y con la melancolía la sabiduría.

Se te abren los ojos, aún si pierden foco ante ciertos colores e incluso si caen en ceguera crónica, voluntaria pero en gran parte inconsciente; se fortalecen las manos, se entrenan los sentidos, se forjan caminos, se conquistan montañas.

Se siembra la semilla del trabajo en distintos campos y terrenos, y con suerte se cosechan oportunidades.

Cuando se camina por distintas veredas, se descubren muchas cosas. Cosas lindas, cosas tristes, cosas asombrosas. Tantas cosas!

El secreto de la felicidad es un secreto propio; no existe receta ni poción. El desencantador encanto de la vida es que en un mundo de infititas posibilidades, nuestro tiempo es limitado. Tanta gente, tanta magia, tantas mariposas; cómo contenerles, cómo saborearles, cómo apreciarles todos? 

Qué difícil encontrar la humildad para apreciar lo que se tiene, y soñar con medida. Qué difícil renunciar a lo desconocido y decir adiós, con una sonrisa tan grande y tan bella, que distraiga de las lágrimas que caen en abundancia. Qué maravilloso reconocer el desencantador encanto de este mundo nuestro, como dulce recordatorio de nuestra inevitable imperfección, y como prueba irrefutable de nuestra grandeza, aún en nuestra gran pequeñez.

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